A lo largo de la vida vamos enfrentándonos con diversas situaciones que nos enseñan (a veces a nuestro pesar) nuevas lecciones. Y seguimos caminando con nuestra mochila cada vez más cargada de aprendizajes que nos permiten enfrentarnos generalmente con más éxito a situaciones nuevas.

Con lo doloroso que son la situaciones adversas inesperadas una de las cosas que solemos apreciar de ellas cuando pasa el tiempo es que nos enseñan valiosas lecciones, y aprendemos nuevas herramientas. Pero... ¿Y si no fuera necesario tener que pasar por el mal trago y aprenderlas antes de tiempo?

En eso consiste el desarrollo personal en terapia, en aprender habilidades, estrategias y conocimientos que nos serán útiles más adelante.

Al igual que consideramos invertir recursos en aprender nuevos idiomas, nuevos conocimientos o en nuestra salud, invertir en bienestar emocional es una inversión a largo plazo. Conocer nuestros patrones habituales de errores y nuestras maneras de reaccionar ante ellas, conocer nuestras emociones y cómo gestionarlas, mejorar nuestras habilidades interpersonales nos ayudará a ser una mejor versión de nosotros mismos.

Y al igual que para aprender un idioma, preparar una carrera o cocinar necesitaremos una persona experta, en desarrollo prersonal necesitamos un experto en comportamiento humano que nos ayude con nuestro proceso de aprendizaje.