Una de las experiencias más frecuentes entre las madres actuales es que reciben una abrumadora cantidad de consejos no solicitados-contradictorios entre ellos- a lo largo del día. «Debes darle el pecho a tu hija, pero a la vez, tampoco demasiado». «Tienes que darle leche artificial, es más aséptico.» «Tienes que ser una buena madre y estar siempre presente para ella, pero debes ser una mujer trabajadora con éxito profesional para darle a tu hija/o un modelo de mujer adecuado». «Tienes que dejarle que aprenda a su ritmo… ¿Conoces el método Waldorf?». «No mujer, lo que tienes que hacer es trabajar con ella la prelectura, las prematemáticas, la pregimnasia y ponerle Baby Einstein…». Y así hasta el infinito.

Por tu propio bien

Los “debería” se va acumulando sobre la autoestima de la madre, haciéndola sentir confusa y pequeñita. Pero da igual que consejo siga, siempre será inadecuado para otro sector de la población. El fenómeno no es nuevo, como ilustran fantásticamente Barbara Ehrenreich y Deirdre English en “Por tu propio bien: 150 años de consejos a mujeres”. Si bien el libro habla de los consejos de expertos, generalmente hombres, sobre cómo las mujeres debían cuidar a sus hijos.

Dichos expertos de un plumazo borraban la posibilidad de conocimiento experto de la mujer sobre su propio cuerpo y experiencia, ocupaban – en un diálogo asimétrico – el papel que antes habían ocupado las otras mujeres de la comunidad y la familia. Ya no le preguntarías a los miembros más ancianos de tu comunidad sobre pequeños consejos del día a día, sino que pedirás cita con tu médico una vez a la semana y seguirás religiosamente su consejo.

Por el camino perderás el valor de la interacción entre mujeres, que en un determinado momento te servirá como comodín para que te cuiden a tu hijo/a mientras consigues echar una siesta, le hablas de tus aspiraciones o simplemente pasas un buen rato. Y al final la crianza se ve limitada al ámbito estricto de la pareja, y como mucho, de un par de profesionales de confianza.

Pero volviendo a los consejos de los no-expertos, es posible que la mayoría sean una manera constructiva de intentar implicarse en la crianza de tu hijo. Quizás evitar que otra persona repita los errores que quien da el consejo cometió, o simplemente una manera malentendida de mostrar cariño por el bienestar del niño/a.

Momsplaining

Ahora este fenómeno parece haberse extendido, y toda la gente con conocimiento experto o no sobre la crianza se siente empoderado para decirle a una madre lo que debe de hacer. Reformulando el término Mansplaining, podríamos llamarlo “Momsplaining” (tengo tendencia a inventarme palabros, con este cumplo el cupo diario).

Puede que su origen esté en esta sociedad machista, o en el concepto mal entendido de experto académico que establece una relación de poder unidireccional y niega la posibilidad de el conocimiento experiencial. Quizás sea la baja natalidad, que hace que veamos cada bebé como el futuro de la humanidad, el acceso a conocimiento que nos proporciona Internet, o simplemente es el cuñaísmo imperante que se cuela en todas las facetas de nuestra vida.

Momshaming

Esto fenómeno da un paso más allá cuando no solo se basa en ofrecer bienintencionados consejos, sino que además se juzgan y avergüenzan a las madres por sus estilos de crianza. En Estados Unidos se ha acuñado este fenómeno como “mom-shaming”, como la costumbre de avergonzar madres. Podemos encontrar ejemplos constante de linchamientos públicos en redes sociales sobre mujeres conocidas y desconocidas sobre su estilo paternal.

Una encuesta de la Universidad de Michigan a madres americanas encontró que la mayoría de las madres se habían sentido juzgadas bien en Internet, bien en persona. Los principales temas en orden de frecuencia había sido: disciplina, nutrición, sueño, lactancia vs biberón, seguridad y por último las decisiones de los hijos.

Aunque puede que las críticas puedan ser constructivas, el 62% de las madres encuestadas creían que recibían “un montón de consejos inútiles de otra gente”. Y el 56% dijeron que las madres “reciben mucha crítica y poco crédito por el comportamiento de sus hijos”. Como resultado de todo ello, el 42% decían sentirse inseguras sobre sus elecciones de crianza.

Y un consejo no solicitado

En un alarde de ironía, me permito dar un consejo no solicitado sobre cómo no hacer ni momsplaining ni mom-shaming a las madres de nuestro entorno.

Las maneras de evitarlo es repensar nuestras relaciones con las madres, y buscar maneras más creativas de mostrar nuestro apoyo. Un poco de empatía nunca viene mal a la hora de entender el comportamiento de los otros. No caer en el juego del linchamiento fácil en las redes sociales sin conocer el contexto.

Como madres, es buena idea forjar alianzas con iguales. Por ejemplo, con grupos de crianza y apoyo mutuo donde encontrar consejos por parte de otras madres. Pero cuando tú elijas.

Y como expertos, es necesario de nuevo hacer uso de la empatía que debería caracterizarnos. Reconocer las asimetrías de poder que existen en nuestras relaciones y validar el conocimiento experto en primera persona.

Las personas tienen conocimiento experiencial de su propia vida, que también las hacen expertas en una parte de su problema.

Referencias:

University of Michigan C.S. Mott Children’s Hospital. “Mom shaming or constructive criticism? Perspectives of mothers.” Ann Arbor, MI: Mott Reports, June 19, 2017. Volume 29 , Issue 3.

https://capitanswing.com/libros/por-tu-propio-bien-150-anos-de-consejos-expertos-a-las-mujeres/

https://www.psychologytoday.com/blog/singletons/201710/10-ways-deal-mom-shaming

https://www.fucsia.co/relaciones/familia/articulo/mom-shaming-una-nueva-forma-de-sexismo/73728

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