Este artículo pertenece a la sección "Comportamiento Digital", con la que colaboro en el programa de PostApocalipsys Nau de Radio Vallekas. Puedes consultar nuestra sección en El Salto Diario, Ivoox o descargar el podcast entero aquí:

¿Te ha pasado que comienzas a buscar un síntoma de enfermedad, entras en un bucle de internet y acabar pensando que tienes una enfermedad mortal incurable? Esta búsqueda obsesiva sobre salud en internet es un comportamiento normal.

Pero llevado a un extremo existe un perfil de comportamiento problemático donde la persona tiene una preocupación excesiva sobre temas de salud. Se llama Hipocondría. (F45.2 Hipocondría (300.7)).

Y es una “Preocupación y miedo a tener (…) una enfermedad grave a partir de la interpretación personal de síntomas somáticos. / La preocupación persiste a pesar de las exploraciones y explicaciones médicas apropiadas.

Básicamente es una actitud ante la enfermedad, donde se hacen atribuciones catastróficas de pequeñas cosas que les pasan.

Este perfil de comportamiento no es precisamente nuevo, a quienes os guste el teatro os recomiendo la obra de teatro del siglo de oro “El enfermo imaginario, de Moliere” que retrata esta condición.

Las personas que tienen estas tendencias suelen tener síntomas de ansiedad que precipita la situación o tendencia a pensamientos obsesivos.

Bucle de buscar enfermedades en internet

Y entonces llegó Internet: Cibercondría

Internet es como una biblioteca infinita de Borges, llena de conocimiento inabarcable. Y por tanto una buena fuente donde buscar información cuando te asalta una duda sobre tu enfermedad.

Y un fenómeno derivado de esto, es que los profesionales sanitarios han visto un incremento de personas acudiendo a consulta con preocupaciones excesivas sobre enfermedades que han visto en “Internet”

A este fenómeno se le llamó “cibercondría”

La gente que podemos llamar cibecondríacos tienen un comportamiento digital que se se basa en la búsqueda obsesiva de información sobre salud en internet. Comienza con un síntoma sencillo que cree mostrar (o muestra) y acaba con el convencimiento de padecer una enfermedad grave. Y esta búsqueda no siempre deriva en consultas médicas, pero sí produce una notable sensación de malestar.

Porque aquí caemos en dos faltas de alfabetización:

  • Nuestra falta de conocimientos sobre temas de enfermedad, y sobre todo de salud.
  • Nos cuesta diferenciar entre la información fiable y no fiable en Internet.

Sin duda aquí entra la parte de responsabilidad de las autoridades sanitarias, y de los medios de comunicación. Pero me apetece centrarme en la parte de responsabilidad de los buscadores de información como Google, que hasta hace poco ponían al mismo nivel la información que aporta una “autoridad sanitaria” que un vendedor de crece-pelos.

Pero desde finales de agosto de 2018 introdujo cambios en el algoritmo (que luego modificó de nuevo) para posicionar mejor aquellos contenidos de salud que provinieran de profesionales sanitarios, citaran fuentes y en general, fueran más fiables. A esto se le llamó algoritmo sanitario.

Aquellos sitios clasificados como “Your money or your life”, que venden homeopatía o limones para curar el cáncer fueron bajados en las búsquedas de información.

Claro, porque tu llegas consultando un síntoma normal como un dolor de cabeza y acabas en una espiral de búsqueda obsesiva de información sobre salud donde acabas convencido que tienes una enfermedad rara que solo afecta a 3 personas en Papua Nueva Guinea y que te lo puedes curar comprando un crece-pelos.

Y cuando creas que has conseguido salir del bucle, te perseguirán durante meses anuncios del crece-pelo porque te han etiquetado como posible cliente.

Cibercondria: Dr Internet ¿Qué me pasa?

Relación entre sanitarios y pacientes.

No puedo dejar de señalar que este fenómeno se produce en un contexto donde las profesiones sanitarias encuentran que tienen que cambiar su modelo de relación con los pacientes y no saben muy bien como.

Ya no vale un simple principio de autoridad: “Confía en mí que soy médico, psicólogo etc”.

Tenemos una ciudadanía inteligente, y posibilidad de estar informada que reclama una autonomía sobre sus procesos de salud y decisiones vitales.

Desde mi punto de vista, tenemos que entender qué procesos subyacen a esa búsqueda de información, ayudarles a tengan la confianza de expresar sus preocupaciones, orientar en la búsqueda de información y cómo interpretar esos datos. Y los profesionales de Atención Primaria, con solo 5 minutos por paciente, no pueden dar el servicio de calidad que les gustaría. Por eso no podemos dejar de reclamar una sanidad pública y de calidad.

Y por otro lado también tienes un montón de pacientes, que pueden haber realizado una búsqueda obsesiva sobre salud en internet, pero saben diferenciar las fuentes relevantes, leer la información sanitaria, evaluar la evidencia científica contrastada y hasta saben buscar en una base de datos Cochrane, y el profesional la rechaza por inseguridad personal.

O grupos de pacientes, como suelen ser los afectados por enfermedades raras, que están muy comprometidos con la búsqueda de conocimiento científico. Aprovecho para recomendar la película “El aceite de la vida (sobre el Aceite de Lorenzo”, para quien no la haya visto.

Para cerrar:

  • Si crees que tienes comportamientos cibercondríacos o hipocondríacos que te están produciendo sufrimiento y no puedes controlar acude a un profesional de la psicología.
  • Dedicar un tiempo a aprender a diferenciar las fuentes fiables de las que no lo son supone un ahorro de preocupaciones y de dinero muy importante.
  • Aprende a vivir en la nave espacial que te ha tocado como cuerpo, más o menos imperfecta, es la que tienes. Y como la nave de Doctor Who, eres quien puede mantenerla y cuidarla para sacarle todo su potencial.

Y para cerrar como anécdota.

La superstición que lleva a la gente del teatro a evitar el color amarillo proviene de esta obra de Moliere. Moliére estrenó la obra vestido de amarillo, y al par de días murió. Pero esa asociación los actores evitan este color en escena.